martes, 23 de febrero de 2010

La tarea encomendada. Parte uno.


   Marcos era un chico reservado. Solía vestir sencillo y de colores claros. No entraba dentro de los estándares de ninguna tribu urbana ni moda social tan presentes en su barrio residencial. Sus quince años vividos parecían pocos para poder acumular el poso de tranquilidad y sabiduría que en sus ojos se adivinaba. No era la mirada. Tampoco la forma en la que fruncía en ceño cuando pensaba la respuesta a una pregunta incómoda. Eran sus ojos verdes y brillantes los que atraían las miradas. Ojos buscando ojos.

   Un día, Marcos estaba en casa preparándose para ir al colegio. Su madre le había dejado el desayuno en la mesa de la terraza, como de costumbre, pero esta vez una carta cerrada estaba apoyada entre el zumo y los cereales. Marcos no se extrañó. Ese era el protocolo que su madre seguía siempre que llegaba correspondencia para él. Lo único que le llamó la atención fue que no había nada escrito en el sobre. Ni remitente ni destinatario. Sólo un abultado sobre amarillo cerrado a conciencia. Entre magdalena y magdalena se dispuso a leer el contenido de la misteriosa carta.

"Amigo mío, en las líneas que continúan te va a ser desvelado un secreto que nadie cercano a ti debe nunca saber. Asegúrate de leer esto en privado y quema la carta una vez hayas concluido la lectura."

   Marcos casi se atraganta. Bebió un poco de zumo, cogió la mochila y la carta y salió de casa rápido. Llegaba tarde a la parada del autobús del colegio y no podía faltar otro día más. Además, a primera hora tenía música y debía exponer un trabajo sobre Liszt que le había tenido despierto hasta las dos de la mañana.

   Llegó a la parada justo a tiempo. Subió al autobús y se fue directo a los asientos del fondo. Él no solía sentarse allí. Ese era el feudo de los chungos, como él lo llamaba en su diario. Pero aprovechando que todavía no había subido ninguno pensó que allí podría terminar de leer tranquilo el resto de la carta. No pudo evitar pensar sobre quién le habría escrito y qué secreto le iba a ser desvelado. El instinto le decía que todo esto tenía algo que ver con su anciano amigo de la tienda de libros usados. Era por el olor de la carta. Ese sobre de papel grueso y amarillento olía como los pasillos de la librería. Al fin pudo continuar la lectura.

"Te ha sido encomendada una tarea. Ahora eres el guardián del secreto. Memoriza palabra por palabra lo siguiente y espera a que te sea revelado el nombre de tu sucesor. Sólo a él le podrás ceder esta carga. Si fallas en tu misión habrás deshonrado al linaje de guardianes al que ahora perteneces y romperás toda esperanza de cuantos dependen del secreto. Es tiempo de ser valiente."

   Los ojos verdes de Marcos se movían rápido de izquierda a derecha leyendo las pocas líneas escritas. Cuando terminó, giro la carta buscando una continuación de la historia, pero no había nada más escrito en ese papel. Miró dentro del sobre por si hubiera algo más que el folio doblado en ocho partes, pero nada. No lo entendía. ¿qué secreto? ¿quién lo escribía? ¿Era en serio o una versión arcaica de los mails en cadena y debía tirarlo a la papelera de reciclaje como de costumbre? ¿Iba realmente destinada a él? Sin saber muy bien porqué y siguiendo su instinto le pidió a su amiga Laura un mechero y quemó la carta. Esto le costó una buena bronca del chófer, pero Marcos no estaba para gritos de nadie y apenas escuchó nada de lo que el conductor le recriminaba con las venas del cuello hinchadas y salpicando de saliva las tres primera filas de asientos del autobús. El nuevo guardián del secreto estaba repitiendo en voz baja una y otra vez las partes que había conseguido memorizar de aquel manuscrito. Al mismo tiempo, en su cabeza sonaba de fondo la sonata para Dante de Frank Liszt, sobre la que versaba su trabajo de música.

   (...) Continuará...

3 comentarios:

  1. Me encanta el nombre del prota... ;-) Tanto como la historia, ¿para cuando la siguiente entrega?

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  2. Por ahora la productora me ha dado presupuesto sólo para el piloto. Depende de la aceptación del público el que la historia continúe... J.J. Abrams está interesado.

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  3. Le animo encarecidamente a que prosiga con su labor literaria. Sus palabras, como de costumbre, afiladas, escogidas, justas y necesarias. Admiro su visión "cinematográfica" de su historia, y al mismo tiempo deja lugar a la imaginación. Difícil equilibrio el logrado por usted señor Rodilla. Me temo que sus lectores le piden la parte dos, y tres, y cuatro, y...

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