sábado, 14 de octubre de 2017

Lo fácil, muy bien hecho

- Sábes, Juan, llevo veinte años jugando a esto. Quince ganándome la vida y diez en la mejor liga del país, pero hasta hace tres años no sabía hacer bien las cosas más fáciles.

- ¿Tres años? ¿En Grecia?

- Sí. ¿Te acuerdas de que te dije que el segundo entrenador era español? Uri se llamaba. Era joven. No más de treinta años.

- ¿Ese es el que luego fue a la NBA?

- Qué va. De este nunca más se supo. Una pena, la verdad. El caso es que este chico me corrijió una vez en un entrenamiento. Fue algo sencillo, pero me cambió el chip. 

- ¿Qué pasó?

- Un bloqueo. Simplemente, después de una repetición en un partido a media pista, se me acercó y me dijo que era el único que me sabía bien los sistemas, que llegaba a tiempo a todos lados, pero cuando tocaba bloquear nunca conseguía sacar ventaja. Me dijo que se notaba que llegaba pensando en cómo poner los brazos para el choque en lugar de centrar mi atención en mis pies y los del defensor al que quería bloquear. Solo eso. Me dijo que si sabía hacer paradas en dos tiempos, tenía que saber bloquear bien. Solo tenía que llegar cerca del defensor y hacer una parada apoyando primero el pie más lejano al aro. Tenía que asegurarme de que sus pies quedaban entre los míos. Si hacía bien eso, entonces sería él el que acabaría chocando contra mí. El resto de bloqueos del entrenamiento fueron increíbles. De pronto era Karl Malone.

- ¿Y eso te hizo cambiar el chip?

- ¡Claro que sí! Llevaba toda la vida haciendo bloqueos. O creyendo que los hacía. Hacer un bloqueo es de primero de baloncesto senior, pero pocos los hacen realmente bien. Me di cuenta de que quería reaprender todo lo fácil y esta vez hacerlo muy bien.

viernes, 6 de octubre de 2017

Defender muy bien

-  ¿Por qué dices que defender bien es más fácil que atacar bien y en cambio, defender muy bien es más difícil que atacar muy bien?

-  ¿Quieres la respuesta larga o la corta?

-  La corta para empezar.

-  Porque defender bien solo necesita que quieras hacerlo. El principal factor es la actitud. Para atacar bien en necesario un equilibrio entre dominio de la pelota y el cuerpo, los espacios, la pausa…

-  ¿Y para hacerlo muy bien?


   Para ser muy bueno en ataque suele bastar con que metas mucho. Hay otros caminos, pero ese es desgraciadamente el más recurrente. Para defender muuuy bien hay que ser de otro planeta. Además de la actitud, que ahora ya ha de ser de las que hacen saltar la lagrimita al espectador, es necesario ser un atleta y un extraordinario conocedor del juego. La defensa es reactiva y el ataque proactivo. Esto quiere decir que para vencer la desventaja inicial, un muy buen defensor debe anticipar constantemente las intenciones del atacante. Eso es lo más difícil de este juego.

martes, 3 de octubre de 2017

Historias de Blues I

Entonces Blues se dio cuenta de su error. Llevaba toda la vida pensando, sintiendo, dando por sentado que aquella frase de lo importante está en el interior era absoluta y únicamente cierta. Creía que con ser bueno en el fondo, uno podía caminar tranquilo. Pero esa tarde cambió abruptamente de parecer. Comprendió que era una sentencia incompleta y que nunca la había valorado en su justa medida. Hasta ahora, la idea de que se puede tener algo bueno enterrado, oculto a los ojos de los demás, que puede catapultar la balanza moral y contrarrestar aquellos despropósitos que se cometen y todos ven, le permitía mantener cierto nivel de autoestima. Pero cortando aquella cebolla con manchas de salsas y ceniza que había tenido que desenterrar del cubo de basura del apestoso bar de Laly, comprendió que con hambre no había capas desechables en aquella su cena. Tanto las de dentro como las de fuera, eran todas cebolla; eran todas importantes por igual.

miércoles, 10 de mayo de 2017

Compitiendo dentro de tu equipo

Compitiendo dentro de tu equipo, ya sea para conseguir minutos o para progresar como jugador, puedes entrenar y jugar con dos objetivos algo diferentes: ser de los mejores o no ser de los peores.

Aunque la diferencia puede parecer sutil, creo que no se trata de un tema menor. Perseguir, consciente o inconscientemente, un objetivo o el otro, modifica las decisiones estratégicas que se toman durante el juego.

Así, cuando uno intenta ser el mejor o de los mejores de su equipo en una determinada situación (me gusta definir el mejor como el ganador en mérito), debe asumir riesgos. Cuanto mejor se quiera ser, mayor número y de mayor riesgo deberán ser las decisiones; y más improbables los éxitos.

En cambio, si lo que se persigue es no ser el peor, uno debe minimizar los riesgos. Agudizar los sentidos y prever situaciones comprometidas, buscar ejecuciones sencillas y huir de los errores tangibles. Querer no ser el peor es algo bastante más útil y más frecuente de lo que podría parecer. Es un claro ejemplo de contenido estratégico que se aprende con la edad, y a menudo por las malas.

Creo que el camino correcto pasa por saber saltar de un objetivo al otro, entendiendo el contexto y buscando el rol correcto en el equipo. Puedes ser el tirador, el sexto hombre, el pivot que defiende y rebotea o el base cambia-ritmos, eso no importa. Ser el mejor (o no ser el peor) del equipo se puede aplicar a cada rol, a cada situación concreta o a cada repetición de cada ejercicio. El verdadero talento en este aspecto está en saber cuándo ayuda más al equipo un objetivo o el otro.

¡Suerte!

domingo, 12 de febrero de 2017

Corto, medio y largo plazo


Todos los entrenadores queremos ganar y a todos nos gusta que nuestros jugadores evolucionen. También todos sabemos que se aprende de los errores. Todos comprendemos el papel de la experiencia y el efecto inmediato de la instrucción directa. Todos sentimos durante el juego, de una u otra forma, que cuanta más libertad dejemos, más riesgo inmediato asumimos. Pero no todos somos iguales. Ni siquiera nos parecemos. Así que, ¿dónde está la diferencia? Yo creo que en el plazo de nuestros objetivos.

Los objetivos a corto plazo tienen que ver con ganar el próximo partido. Scouting, adaptación de sistemas o ejercicios, defensas especiales, etc.

Los objetivos a medio plazo son aquellos que se fijan en la competición. Prepación física planificada buscando picos, reorganización del playbook para ocultar recursos, seguimiento de rivales, explicitación de objetivos de rendimiento como "quedar entre los 4 primeros", etc.

Los objetivos a largo plazo recogen aquellos proyectos que superan la temporada en curso. Suelen ser de dos tipos: aquellos que tienen que ver con la progresión indvidual de los jugadores y aquellos que se refieren al estilo de juego o la identidad de club.

Así, creo que todos los entrenadores hacemos al menos un poco de cada tipo, pero que nuestra principal característica diferenciadora es la proporción que dedicamos a cada plazo. Lo que diferencia nuestros estilos de dirección, nuestras metodologías, nuestros mensajes y nuestro poso en los jugadores es lo lejos que ponemos la mirada en nuestro trabajo con ellos.