martes, 28 de septiembre de 2010

The rules are the rules


   Cuenta uno de mis mejores amigos y, sin duda, uno de mis entrenadores de referencia, que con esta frase ("the rules are the rules") vociferaba por la banda como un energúmeno Charlie Sainz de Aja al tiempo que se dirigía al árbitro de un encuentro de los famosos Junior de Oro. Esta anécdota en forma de cita célebre, muy interesante en su contenido cómo la mayoría que recuerdo de este colega, es la esencia de esta entrada, que bien podría ser un resumen de lo tantas veces comentado con él.

   El baloncesto cuenta, en mi opinión, con uno de los mejores reglamentos de deportes colectivos. Esto es tanto en su forma como en su contenido. Y queda patente desde su primera lectura que no es, ni de cerca, fácil de digerir. Si bien una vez entrados en faena su elegancia y concreción dejan ver que a poco que uno se esfuerce en comprender y visualizar lo allí expuesto, el propio reglamento se muestra como una valiosa herramienta con la que trabajar en pro de la formación de los jugadores jóvenes. Y es que, ¿cuántos de nuestros chicos y chicas se han leído las reglas de este juego?


   Sí. Soy consciente de que mi propia descripción del mismo reglamento en el párrafo anterior no es la de un texto de lomo blanco de el barco de vapor. Que con menos de quince años su lectura puede suponer un problema  de comprensión y, lo que es peor, de motivación. Pero para esto estamos los entrenadores. Seamos un facilitador de su aprendizaje. Llevemos a la práctica lo que allí dentro está descrito.

   Pero, ¿Cuántos entrenadores nos hemos leído el reglamento? Y me refiero a una vez terminados los cursos de entrenador... ¿Cuántos lo hemos intentado analizar o le hemos preguntado las dudas a algún compañero árbitro? Es para mi chocante ver año tras año, tanto en mis equipos como en los grupos de campus, como los niños creen que en el reglamento pone que "no se pueden dar más de dos pasos" o que "falta personal es pegar o empujar a un contrario". Y aquí surge el verdadero problema, porque el reglamento va unido inherentemente a la técnica individual además de a la táctica y la estrategia en algunos aspectos. El establecimiento del pie de pivote (art. 25.2.1) o el principio del cilindro (art. 33.1) son artículos interesantísimos y fundamentales sobre los que podrían versar nuestro ejercicios de traspiés, reversos, recursos de desmarque en el poste bajo, desplazamientos defensivos, etc. Y me refiero a evolucionar en la manera clásica de entender el trabajo de la técnica individual. Porque si el reglamento evoluciona, no sólo los gestos han de evolucionar, sino también la manera de entrenarlos.

   Recuerdo el día que conseguí mis primeras Reglas Oficiales de Juego. Fue en Carolinas una tarde en la que no había casi nadie en el club. Me acerqué a la oficina y vi un montón de estos libretos que edita la FBCV encima de la mesa. Me imagino que serían para repartir a los entrenadores, pero como yo sabía que tarde o temprano acabaría siendo miembro de la secta, entré a hurtadillas y, haciendo gala de la fama de los de mi club, me lleve uno a casa. Lo subrayé en amarillo fosforito de cabo a rabo. Luego descubriría que ese papel satinado donde casi puedes verte reflejado y las marcas de estudio no se llevan muy bien. Aún así, con mi balón Grouxo y con ese cuadernillo de subrayados difuminados, me bajé a mi canasta improvisada (algún día os hablaré de ella) y practiqué durante días aquellos gestos que me gustaban y que ahora ya podía desmenuzar y deformar hasta conseguir gestos nuevos sabiendo a ciencia cierta los límites de las reglas que lo componían.

   Hoy en día cualquier chic@ que quiera puede bajarse el reglamento en pdf con solo teclear "reglamento fiba" en Google. No hace falta delinquir. Así que, aunque no lleguemos a provocar en los jugadores la búsqueda de lo creativo que hay en explorar los límites de las reglas, creo que sí tenemos el deber lógico de difundir el respeto que se debe tener por nuestro reglamento, pues en él están guardados no sólo todos los gestos y recursos que nos han causado el amor por este deporte, sino también todos los que están por llegar.