martes, 20 de abril de 2010

Copy and Paste


Eduard Punset habló sobre el aprendizaje por imitación en su último programa Redes. Esto me recordó algunas de las muchas conversaciones sobre este tema que he mantenido con distintos entrenadores. El sentimiento es casi unánime. Los chicos de hoy no saben imitar. Y no alcanzo a comprender las razones de esta involución.

El descubrimiento por mi parte de lo que son los aprendizajes significativos supuso hace unos años una revolución en mis esquemas mentales. Un antes y un después en el mecanismo enseñanza-aprendizaje y un nuevo horizonte hacia el que caminar y formarme como docente. No obstante, dicho descubrimiento me amplió como entrenador y no di la espalda a todo lo vivido hasta ese momento. En mis años como jugador (muy pocos) basé mi juego en mi capacidad técnica. Si bien mi físico y mi conocimiento del juego eran mis más claros handicaps, mi técnica individual me permitía obtener ciertas ventajas sobre mi par y andar algo más cómodo intentando entender a qué se estaba jugando. Lo curioso de la situación es que el trabajo que mis entrenadores desarrollaban en la pista no estaba especialmente centrado en los gestos y la coordinación.

Solíamos correr como alma que lleva el diablo pista arriba y pista abajo, jugando una especie de passing game o rueda de cortes continua. Sobre este ritmo, debíamos empezar a "leer el juego". Era más tarde, al llegar a casa, cuando bajaba al patio con Grouxo, mi balón, y repetía una y otra vez aquellos gestos que mi entrenador había hecho durante alguna explicación. Imitaba su postura, la posición de sus piernas y brazos, la velocidad y la potencia del movimiento y hasta la actitud asociada al gesto. Yo no era consciente de todos los aspectos que componían dicho movimiento, pero sí sabía que debía estar muy atento durante los entrenamientos para poder "grabar" mentalmente el movimiento en mi memoria. Como con una videocámara.

Otro día quedaba con mis amigos del equipo y nos mostrábamos unos a otros los gestos nuevos que sabíamos hacer. Los intercambiamos como cromos y jugábamos a horse, burro, oso o cómo lo queráis llamar. El caso era imitar.

También jugábamos a copiar la mecánica de tiro de los demás, mofándonos de ella o exagerándola. Cuando veíamos a un senior del club hacer algún movimiento especial (recuerdo un chico que hacía una penetración con reverso) le pedíamos que nos mostrara cómo se hacía.

En definitiva, había una cosa muy clara entre todos los chicos del equipo: A esto se aprende viendo, copiando y probando. Lo de las metodologías, aprendizajes significativos, planificaciones y demás era cosa de los entrenadores. Los jugadores nos limitábamos a imitar.

¿Qué ha sucedido? ¿Por qué ahora los chicos y chicas mejor preparados física y técnicamente son incapaces de imitar la mecánica de tiro de Calderón, Navarro o Rudy? Será que estos jugadores son menos carismáticos que Corny Thompson, Bird o Jordan. Será que ahora la Play Station les absorbe todo el potencial imitador. Será que los chicos ya no tienen patio donde bajar a jugar después de entrenar. Será que la sociedad cambia. Pero si es esto, ¿por qué no imitan la sociedad anterior?

lunes, 12 de abril de 2010

Cartas a mi entrenador, volumen 2


Hola entrenador,

He decidido volver a escribirte. Y sé que no te gusta. Sé que prefieres que siga mis pasos, encuentre mis propias piedras con las que tropezar y otras personas con las que reinventar la rueda, pero créeme, cuando te cuente esto, entenderás porque te escribo.

Tenias razón aquel día que me dijiste que no hay vuelta atrás cuando el faro del conocimiento te deslumbra en la cara. Cuando chocas de bruces con la lógica de un razonamiento bien hecho, nada puede devolverte a la cueva en la que eras tan feliz a oscuras.

Mi entrenador es incoherente. Y mis compañeros también. Y mi entrenador del año pasado. Y todos los de los años siguientes al último que estuve contigo. Y lo peor es que no puedo obviarlo.

¿Recuerdas lo del "todo o nada"? Que tontería. Claro que lo recuerdas. Seguro que lo inventaste tú. ¿Cómo empezabas la historia? Ah sí! Con los juegos y los deportes. "El propósito de un juego es proclamar un vencedor y un perdedor" Bajo esta premisa, cuando juego al baloncesto lo único que pretendo es ser el que gana. En cada partido, en cada entreno, en cada repetición de cada ejercicio, en cada paso que doy dentro de los 28x15. Debo superar al rival, cumpliendo el reglamento y sirviéndome de mis compañeros. Ahí está la esencia de un deporte; en medirme. Y hago baloncesto voluntariamente. Nadie me obliga a estar sudando y escuchando a mi entrenador. El día que no quiero medirme con nadie, no lo hago. Pero el día que quiero, no me cabe en la cabeza dejar pasar un segundo de juego sin competición. Todo o nada. Y no tengo una ilusión especial por ganar. Y no me da miedo perder. De hecho, lo que me gusta del baloncesto es que puedo ganar y perder. Si una de estas cosas no pudiera pasar, me aburriría y lo dejaría. Supongo que ahora entiendo a Jordan.

No puedo dejar de pensar que si no me hubieses abierto los ojos, quizá ahora sería feliz en mi equipo de conformistas. Me lo enseñaste todo, o al menos todo lo que merece la pena saber y sinceramente, no creo haber salido ganando. Sólo me queda la esperanza de buscar a otros que como tú y como yo, se desviven en lo que quieren y se hacen el muerto cuando algo se la trae floja. Quizá algún día pueda montar un equipo de gente así.

Hoy más que nunca, gracias entrenador.