miércoles, 23 de septiembre de 2015

¿Comprometerse…? ¡Vale, parece fácil!



Una de las pocas advertencias que hago a mis jugadores cuando comienzo una andadura con ellos es el valor que le doy al compromiso. Su actitud debe ser proactiva en la construcción de ese equipo. Pero, como todo tema profundo, no suele bastar con una charla en el centro del campo.

Si un jugador falla a un compromiso que ni siquiera comprende, ¿es culpable de ese fallo? ¿Y de haberse comprometido? Y quien aceptó por buena su respuesta aun sabiendo que en esa negociación cada parte hablaba una lengua diferente, ¿es responsable?

No creo en unas reglas de compromiso. Al menos no en unas impuestas por terceros. Creo en la vinculación emocional con un proyecto colectivo. Se necesita tiempo para forjarlo y escenarios interesantes donde tejer una red de razones personales y vivencias verdaderamente trascendentes.
Sé que es un ideal, y sé que a veces debo obviarlo. Pero, en el fondo, creo que es lo único que me causa verdadera admiración. Aquellos jugadores que comprenden lo que significa compromiso con el equipo, con su rol en él y que en beneficio de sus iguales asumen una actitud de disposición al cambio, al crecimiento.

El compromiso es un valor difícil de transmitir; complejo de entender y hacer entender a familiares y amigos; y duro de cumplir.

A primera vista parece consistir en decir NO recurrentemente. No a los viajes familiares, no a las fiestas nocturnas, no al alcohol, no al fin de semana tranquilitos… pero esto es solo a primera y corta vista. En realidad, para que un compromiso funcione debe tener más síes que noes. Dependerá de cada uno encontrar sus propias experiencias gratificantes y convencerse de su valor. Por ejemplo, para mí, cada NO que digo convierte en mejores los éxitos que alcanzo. Siento más meritoria mi actuación en un partido si sé que he hecho lo posible por llegar en las mejores condiciones. Obtengo más felicidad. Ese es un gran SÍ. Además, está el respeto de los que me rodean. Otro gran SÍ que solo se puede alcanzar desde las muestras de compromiso. El sentirse fiel a unos orígenes y a unos mentores, otro SÍ enorme. Y podría continuar.

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Corolario personal.- Algunas veces me han preguntado si no me arrepiento de estar tan metido en el baloncesto; si no creo que me he perdido cosas por ello. Y les respondo a lo primero que no y a lo segundo que sí. Pero que no es el basket el que me ha quitado nada. He sido yo, ferviente devoto, el que le hace ofrendas esperando un futuro favorable.


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