Rus – La clave está en lo humano. Es un factor tan
importante que no podemos… obviarlo. No importa lo que digan las estadísticas
mientras no se lo digan a un humano. ¡Es así de simple!
Beltrán – hmmm… ya veo, ya… ¡¿Pero qué coño estás diciendo?!
Rus – Joder, pues eso. Que el porcentaje de tiro de tres de
un jugador solo importa si el que lo lee, lo escucha o simplemente lo sabe, es
influido por ese dato. Si no le afecta, la estadística no vale para nada.
Beltrán - ¿Y eso que tiene que ver con lo de hacer “triángulo
y dos” sin entrenarlo?
Rus – Pues todo Beli, todo. Cuando me diste el informe y
empecé a mirar datos no paraba de pensar que nuestros rivales tenían unos
números realmente buenos. Especialmente en los últimos partidos habían rozado
la perfección reduciendo el número de pérdidas y con unos porcentajes altísimos
de tiro. Se me estaba cayendo el mundo encima… y tú no parabas de hablar de sus
últimos rivales y de cómo habían sido incapaces de frenarlos.
Rus hizo una breve pausa para beber. No paraba de dar
pequeños sorbos de su wiski. Iba por el tercer doble y no parecía dispuesto a
bajar el ritmo. Más bien lo contrario. Beltrán, en cambio, casi no bebía de
tragos, solo apoyaba el fino cristal del vaso en sus labios y dejaba que unas
gotas de aquel oro líquido resbalaran hasta la comisura de su boca. Luego hacía
una especie de balbuceo mudo y tragaba saliva enérgicamente.
Rus – Yo sabía que nosotros no éramos mejores que todos esos
rivales… No lo éramos. Y por muy bien que hubiéramos defendido el flash en el
bloqueo no lo hubiéramos hecho mejor que el Valencia la semana anterior. Ni
podríamos haber cubierto el balance mejor que los vascos. Ni estar más
acertados que los canarios. Y a ninguno de los tres les fue suficiente.
Beltrán – Eso no lo sabes. No sabes si podíamos haberles
parado el contrataque, ni si hubiesen podido parar nuestro carretón… ¿Y sabes
por qué no lo sabes? ¡Porque no lo hicimos ni una puta vez! No te dio la Real
gana y punto.
Rus – Pues no. Como ya te he dicho, la conclusión era obvia:
había que hacer algo diferente. Lo más diferente posible a lo que ya sabíamos
que ellos sabían hacer… Vaya, ahora no sé si me he liado…
Beltrán – Un poco. Pero da igual, te he entendido. Vamos,
que te acojonaste.
Rus – Pues mira cara burro, te voy a ser sssincero…
La borrachera de Rus era notoria. Con la cabeza ladeada
sobre la oreja derecha de su sillón y con los ojos prácticamente cerrados,
continuó hablando cada vez más lento y torpe.
Rus - … la verdad es que al principio sí estaba acojonado, y
seguramente por eso mi subconsciente entró en acción y tomo el papel
protagonista. La intuición me dijo que virara el barco ciento ochenta grados, y
para… para cuando mi conciencia despertó del shock, mis manosss… ya estaban… en
el ti… en el... timón.
Beltrán espero quince minutos más en el salón, saboreando el
wiski y viendo a su amigo roncar. Después se levantó despacio y caminó
tambaleándose en dirección a la puerta. Justo antes de salir se volvió hacia
Rus y habló en voz baja.
Beltrán – Gracias viejo amigo. Otro classic estupendo.
<<<<< FINAL >>>>>
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