sábado, 4 de mayo de 2013

Partiendo de cero I. La toma de decisiones.



        Empecé a entrenar con 14 años. Un par de años antes había conocido al que fue la razón de mi oficio, David, mi entrenador. Para mí los primeros años fueron como una explosión de conocimientos. Cada día aprendía conceptos nuevos, palabras técnicas y ejercicios imposibles. Casi todo tenía que ver con el juego, con la técnica y la táctica, términos confusos para mí en aquel momento. Como si de un saqueo postapocalíptico se tratase, yo entraba en los entrenamientos de los demás a quedarme con todo lo que me abarcase. Como si no fuese a verles entrenar nunca más. Para mí, aquellos sabios tenían bibliotecas enteras dentro de su cabeza y yo sólo estanterías vacías. No necesitaba un criterio para seleccionar la información. Todo era nuevo. Todo iba para adentro.

        Con el paso del tiempo y el ejercer de mi función fui llenando mis propias librerías. Organizando aquellos conocimientos, como si anduviera por los pasillos de mi biblioteca, fui descubriendo la necesidad de organizarlo todo por categorías. Cada vez que aprendía algo nuevo sentía la necesidad de relacionarlo con todo lo demás. Quería encontrarle un sitio donde alojarlo dentro de la ciudad de mis ideas. Creé una sala para los sistemas, otra para los gestos técnicos, los aspectos psicológicos, la condición física... 

        Estas salas han sufrido numerosas reformas a lo largo de mi experiencia. He tirado tabiques, he separado estancias, todo un sinfín de reorganizaciones mentales que siguen en perpetuo cambio. Pero fue a raíz de conocer a otro de mis gurús cuando descubrí algo nuevo que iba a cambiar mi concepto compartimentado del saber baloncestístico.

Alfredo hizo que me diera cuenta, entre otras muchas cosas, del papel que juega la metodología en todo esto. Hasta ese momento esta parcela era sinónimo de ejercicios, sesiones o formas de trabajar. Pero la convivencia con este genio y el contacto directo con su trabajo me reveló el verdadero potencial organizador del método. En esencia, la metodología debe ser el eje vertebrador del aprendizaje técnico-táctico. Todo lo que se puede hacer en una pista está relacionado con el resto de los elementos. Todo está conectado y la mejor manera de llegar a jugar de forma eficaz es conocer esas conexiones y saber avanzar por la ruta que nos marcan. Estoy hablando de la toma de decisiones como elemento diferenciador en la metodología a emplear.

        No pretendo aquí discutir el papel de la ejecución técnica o la importancia de la percepción y la evaluación. Todo ello es consustancial al hecho táctico y, evidentemente, su mejora tendrá efectos positivos en el rendimiento en el juego. Pero yo apuesto por la toma de decisiones como centro del sistema porque, bajo la perspectiva del baloncesto de formación, el conocimiento de la lógica interna del juego no limita las capacidades de los practicantes. De hecho, las potencia. Será necesario un profundo conocimiento de sí mismo y un apropiado razonamiento lógico, pero ningún jugador quedará excluido del juego por sus características personales. Y no olvidemos que el fin último de la mayoría de entrenadores de baloncesto es hacer que el juego sea lo más disfrutable y enriquecedor posible para nuestros jugadores.

      Así, la lógica interna del juego fue el segundo regalo más grande que este mi maestro me dio.  Para conocer el primero tendrás que releer Cartas a mi entrenador, volumen 1.

       

No hay comentarios:

Publicar un comentario