- Sábes, Juan, llevo veinte años jugando a esto. Quince ganándome la vida y diez en la mejor liga del país, pero hasta hace tres años no sabía hacer bien las cosas más fáciles.
- ¿Tres años? ¿En Grecia?
- Sí. ¿Te acuerdas de que te dije que el segundo entrenador era español? Uri se llamaba. Era joven. No más de treinta años.
- ¿Ese es el que luego fue a la NBA?
- Qué va. De este nunca más se supo. Una pena, la verdad. El caso es que este chico me corrijió una vez en un entrenamiento. Fue algo sencillo, pero me cambió el chip.
- ¿Qué pasó?
- Un bloqueo. Simplemente, después de una repetición en un partido a media pista, se me acercó y me dijo que era el único que me sabía bien los sistemas, que llegaba a tiempo a todos lados, pero cuando tocaba bloquear nunca conseguía sacar ventaja. Me dijo que se notaba que llegaba pensando en cómo poner los brazos para el choque en lugar de centrar mi atención en mis pies y los del defensor al que quería bloquear. Solo eso. Me dijo que si sabía hacer paradas en dos tiempos, tenía que saber bloquear bien. Solo tenía que llegar cerca del defensor y hacer una parada apoyando primero el pie más lejano al aro. Tenía que asegurarme de que sus pies quedaban entre los míos. Si hacía bien eso, entonces sería él el que acabaría chocando contra mí. El resto de bloqueos del entrenamiento fueron increíbles. De pronto era Karl Malone.
- ¿Y eso te hizo cambiar el chip?
- ¡Claro que sí! Llevaba toda la vida haciendo bloqueos. O creyendo que los hacía. Hacer un bloqueo es de primero de baloncesto senior, pero pocos los hacen realmente bien. Me di cuenta de que quería reaprender todo lo fácil y esta vez hacerlo muy bien.