martes, 8 de abril de 2014

El nuevo entrenador de formación


El baloncesto es un juego en constante evolución, al igual que la sociedad, la ciencia y el propio ser humano. Las visiones estáticas o conservadoras están condenadas a quedarse atrás. Es por esto que los entrenadores deben estar al día. La renovación es continua. Pero, cada vez que se aborda este tema en artículos o conferencias, el objeto de esa evolución parece limitarse al propio juego. Es difícil, aunque no imposible, encontrar entrenadores que hablen sobre cambios en su estilo de liderazgo o sobre sus rutinas de trabajo. Los sistemas ofensivos y defensivos se llevan todo el protagonismo. Para más inri, los pocos que últimamente están aportando algo a este respecto son entrenadores centrados en el rendimiento, en categorías senior y en divisiones profesionales o semi-profesionales. La verdad es que, si eres entrenador de formación en un colegio o un club de ámbito provincial o autonómico, tu única fuente de formación son los cursos de entrenador de las federaciones o los clínics locales organizados por compañeros de profesión. En mi opinión esta oferta es insuficiente, y aunque muy apreciada, me parece que los contenidos que se tratan en ambas opciones no cubren ni la mitad de lo que realmente es necesario. Otra vez, suelen focalizarse en la técnica y la táctica, en el reglamento o el scouting… en definitiva, en el juego del baloncesto. Me parece una propuesta incompleta y estancada.

He tratado de resumir en una sola frase cuál es la labor del entrenador de formación. Además, he intentado que recogiera los focos imprescindibles a los que debe apuntar nuestra formación. Demasiado resumen puede dar una sensación pobre, casi de arte conceptual, pero también puede ser manejable y fácil de recordar. Solo tres palabras para englobar toda nuestra formación. Tres áreas de conocimiento.

Yo, entrenador de baloncesto, me pregunto en qué consiste mi trabajo. Y lo puedo resumir así:

Enseñar un juego de equipo


ENSEÑAR

Enseñar es solo la mitad; la nuestra; la que solo tiene sentido si va unida a aprender. El binomio enseñanza-aprendizaje es el objeto de estudio de las ciencias de la educación y la pedagogía. Esta debería ser una de las áreas fundamentales en nuestra formación. Porque enseñar y aprender, independientemente de la materia, tienen unos principios y fundamentos que son como una llave maestra, la cual puede abrir cualquier mente y disponerla para el aprendizaje.

La educación ha sido estudiada desde tiempos inmemoriales, y la pedagogía como tal nació hace más de tres siglos. No obstante, gracias a que los avances de la ciencia nos han permitido conocer mejor el funcionamiento y evolución del cuerpo humano en general y del cerebro en particular, lo que sabemos hoy en día sobre el proceso de EA dejaría boquiabiertos a eruditos en la materia como Sócrates, Freud o Piaget. Conceptos como la plasticidad cerebral, las inteligencias múltiples o las TIC han revolucionado la forma de enseñar y aprender. Las escuelas tradicionales no han sido apartadas, como se tiende a considerar, sino englobadas dentro de unas metodologías más abiertas y flexibles.

No puedo comprender como nosotros, los entrenadores de niños, podemos entrar cada día en la pista y tratar con nuestro equipo sin sentir la responsabilidad de hacer bien el trabajo. Y por hacer bien ahora me estoy refiriendo a enseñar bien. Dedicarse a enseñar y no conocer la ciencia que lo estudia es como ser piloto de avión sin saber nada de motores.


JUEGO

Esta palabra bien podría sustituirse por deporte, lo que daría un mayor empaque a la idea de competitividad y mentalidad de deportista, pero me gusta pensar que juego lleva todo esto también incluido. Además le añade el factor fundamental: la diversión. No es este el momento de centrarme en esto, pero sí diré que hay tantas formas de diversión como personas hay, incluso más, y la diversión es la expresión máxima de libertad. Nadie puede obligarte a divertirte. Esto podría fundamentar el hecho de que el juego sea considerado el disfraz del aprendizaje. En libertad total, sin ninguna presión, en la burbuja… 

Pero no enseñamos cualquier juego. Nosotros enseñamos baloncesto. He aquí otra de las áreas fundamentales sobre las que versar nuestra formación. Debemos conocer este deporte con toda la profundidad que podamos. Y digo profundidad y no extensión. Cualquiera que sea lector habitual de este blog sabrá que soy un defensor aguerrido de la lógica interna. Y es que nuestra tarea no es enseñar mucho, sino enseñar bien. Los entrenadores sabemos (gracias a las cámaras en tiempos muertos ACB) un montón de sistemas posibles que combinan otro montón de bloqueos… pero no sabemos decir las tres o cuatro cosas fundamentales para que un bloqueo sea útil y legal. Combinamos tres o cuatro movimientos diferentes para atacar las zonas de rivales (según sean pares o impares) y no transmitimos las ideas principales sobre las que asienta cualquier ataque a zona. Consideramos que nuestra formación es continua porque nuestros sistemas son distintos cada temporada, cuando en realidad nos da miedo admitir que ya no sabemos enseñar nada más del sistema anterior, pues nuestro entendimiento del mismo no pasa de la ordenación de sus partes o, como mucho, de la priorización de estas.

Todos los contenidos del baloncesto tienen una razón de ser. Ya sean técnicos, tácticos, estratégicos o psicológicos, todos tienen unas bases sobre las que se asientan y conocer esos pilares es lo que asegura un proceso de aprendizaje útil y duradero.

Por ejemplo: los ya mencionados bloqueos. En el aspecto táctico, su intención es el uso del cuerpo para dificultar el avance de un rival, generalmente defensor. Esto bien podría ser una definición del mismo, pero también un primer paso para su enseñanza. Y no solo eso, sino también un criterio para evaluar cada uno de los bloqueos que se hagan, así sean en ejercicios, juego libre, sistemas, etc. Si un bloqueo no cumple la premisa de hacerse con el cuerpo y servir para dificultar el avance del rival no puede ser considerado bloqueo y además, casi con total seguridad no servirá para el propósito pretendido. Pero además, en el plano técnico, también tenemos unos fundamentos. Estos surgen de la combinación de dos entes: el reglamento y la biomecánica. Podemos decir que el primero nos proporciona información sobre lo que es legal y lo que no y el segundo nos aporta una visión general de cómo puede moverse el cuerpo de forma más efectiva. El artículo 33.1 de las reglas de juego FIBA establece el principio del cilindro, y en sucesivas se definen las formas de contacto legal (impacto en torso, pies en el suelo, posición legal de defensa…). Por la parte mecánica es importante conocer la importancia del tono muscular para la velocidad de reacción y desplazamiento, así como la coordinación de los desplazamientos que permiten girar y avanzar de forma rápida y explosiva. Tanto las reglas mencionadas como el trabajo de coordinación conforman ese primer paso del trabajo técnico del bloqueo.

Conocer estos fundamentos lógicos del juego es lo que permite dominar la metodología. Partiendo de principios básicos como el de transferencia o el de dificultad creciente podemos crear secuencias de tareas que aseguren el aprendizaje de forma significativa. Bajo este prisma los sistemas de ataque o defensa se eligen por su riqueza didáctica, no por su rendimiento en la liga. Y esto puede parecer un detalle pequeño, pero al tratarse de las primeras etapas de la formación, una pequeña diferencia puede cambiarlo todo al final.


EQUIPO

El entrenador es el jefe del equipo. A menudo también el líder. Pero la forma de ejercer ese liderazgo es lo que le convertirá o no en un buen gestor del equipo. El trabajo en grupo es la herramienta más poderosa que tenemos para aprender, sobretodo la tan mencionada educación en valores. La diversidad dentro de un colectivo puede ser su arma más poderosa, dotando al grupo de capacidad de adaptación ante los desafíos y proporcionando a cada miembro relaciones muy distintas, pero también puede ser el germen de la discordia y la fragmentación. Es papel del entrenador trabajar dentro de la cooperación y la oposición, dándoles valor significativo a ambas.

Por otro lado, la capacidad del entrenador para comunicarse con el grupo también será un factor que determine el éxito del aprendizaje. Desde siempre me ha parecido que la formación en torno a las habilidades comunicativas estaba dejada de lado. No recuerdo ningún curso de entrenador, clínic o charla de baloncesto en la que se haya abordado este tema en profundidad. Transmitir con precisión, claridad y sobretodo emoción son saberes que podemos desarrollar con la adecuada formación.

El día a día en la pista está lleno de pequeñas decisiones, de acciones y reacciones, que no siempre podemos pararnos a meditar. Es necesario tener un estilo de liderazgo asumido que proporcione las respuestas adecuadas. Además, los jugadores (no olvidemos que se trata de niños y adolescentes) tomarán nuestros comportamientos como modelos de conducta, ya sea para imitarlos o para evitarlos. Los tiempos en los que los adultos eran autoridad per se han pasado. Ahora es necesario convencer, casi enamorar. Y para conseguir esto debemos formarnos en este ámbito también. La dirección de grupos es, sin duda, la tercera área fundamental de la formación de un entrenador.


LAS TRES ÁREAS:

PEDAGOGÍA: BASES DEL APRENDIZAJE Y ETAPAS SENSIBLES EN EL DESARROLLO DEL NIÑO.

CONOCIMIENTO DEL JUEGO: REGLAMENTO, TÉCNICA, TÁCTICA Y ESTRATEGIA.

DIRECCIÓN DE GRUPOS: ESTILO DE LIDERAZGO, HABILIDADES COMUNICATIVAS Y EDUCACIÓN EN VALORES.