jueves, 29 de agosto de 2013

Puntos de vista



La historia de Juan

Hoy ha sido un día raro. Clara se ha ido con un pavo de la otra clase y mis padres están súper pesados con que me quieren cambiar la habitación. Además, me han echado del entrenamiento y me han hecho sentir cosas que nunca antes había sentido. Ahora no sé si estoy bien o mal, ni si toda esta mierda ha servido para algo. Creo que lo del equipo es lo que más me jode.

Todo ha empezado en el vestuario, antes de entrenar. Miguel y Carlos estaban fanfarroneando mientras recordaban el partido de antes de ayer y han empezado a mofarse de mi mecánica. Como si yo no supiera que lo que tienen es envidia de que yo meta más triples que ellos… Son muy críos.

Luego ha empezado el entreno y todo ha ido bien durante casi una hora. Hemos hecho ejercicios en media pista al principio y yo me he puesto en el lado donde no estaban estos dos. Pero luego hemos hecho contrataques y partiditos y hemos vuelto a chocar. En mitad de un contrataque Miguel ha dejado de jugar y se ha venido a por mí gritando. Estaba loco y en plan agresivo. Hasta me han salpicado sus babas cuando me ha chillado a un palmo de distancia. Yo le he empujado un poco y le he dicho que de qué iba. Enseguida se ha achantado. Luego ha llegado Fredi y nos ha separado. Yo creía que le iba a echar del entreno, pero para mi sorpresa, nos ha juntado a todos y ha empezado en plan sermón… Y para colmo, cuando termina me mira y me dice “Juan, creo que no estás en las mejores condiciones para entrenar. Dúchate y mañana hablamos”. Me ha dejado roto.


La historia de Miguel

¡Día de locos! Tengo la sensación de haber vivido hoy una de esas cosas que no olvidaré jamás. Y todo gracias a Juan. Aunque él no lo sepa, creo que hoy nos ha hecho vivir algo muy especial.

Quiero hablar con él y explicarle lo que ha pasado. Creo que piensa que le tengo manía o algo, pero en realidad me cae de puta madre. A veces se pone así, como hoy, distraído y pasota, pero en general es muy buen compañero. Siempre ayuda al que ve más chafado y yo hoy he intentado lo mismo con él, pero creo que se ha llevado otra impresión.

Sé que he actuado fuera de la norma hoy, pero creo que Fredi está orgulloso de mí. ¡Lo estoy hasta yo! He conseguido hacer una de esas cosas que siempre nos cuenta en las charlas. Todo eso que dice sobre responsabilizarse del entrenamiento y hacer lo que podamos por enriquecerlo. Además, he tenido la sangre fría de pensármelo bien. Juan llevaba ya media hora empanado, sin esforzarse y pasándose por el forro los sistemas. ¡Si hasta Pancho lo superaba con facilidad! Supongo que habrá tenido alguna movida hoy en casa o con Clara, pero eso no es excusa. Yo sabía que tenía que hacer algo para remediarlo, para que el entrenamiento mejorase. Para mí, la pasividad es altamente contagiosa, y si no se ataca pronto puede producir una epidemia. Así que le he pegado una bronca en medio de un ejercicio. Se lo he explicado claro y alto, para que no tuviese dudas de que era algo importante para mí. 

Quería que supiera que yo ya no me conformo con cualquier entrenamiento. Fredi me ha hecho ver lo divertido que es vivir algo entregándose sin frenos. Y además me ha dado la confianza para expresar lo que pienso. Y si junto esas dos cosas y hago lo que creo que es mejor para el equipo, pasa lo que ha pasado hoy. En el fondo creo que es lo que él estaba deseando que pasase, aunque seguro que mañana actúa como si nada. Es su estilo.


La historia de Fredi

Adoro mi trabajo. Cada día es diferente, nada se repite aunque todo se parezca y a menudo dedico un rato a divertirme jugando a encontrar las diferencias. Por cierto, ¿os he dicho que mis chicos son geniales? Lo son. Ahora veréis lo que me ha pasado hoy.

Uno de mis jugadores ha sabido detectar un problema que no era evidente, luego ha valorado las opciones que tenía sobre cómo actuar en el problema, posteriormente ha tomado una decisión arriesgada y por último ha actuado en consecuencia. Lo increíble no es que haya seguido este proceso, que es casi natural. Lo apasionante es el argumento que le ha llevado a eso. Ha sabido anteponer los intereses del grupo a los suyos propios y los de algún amigo suyo. Miguel sabía que él saldría perdiendo al increpar a Juan, y que este podría salir peor aún, pero ha creído conveniente romper con lo que estaba pasando y actuar de forma libre. Yo definiría su estilo como psico-punk.

Sé que tendré que hablar con Miguel sobre sus formas, pero me parece un tema menor al lado del gran logro que el equipo ha conseguido. Cuando les he pedido que se explicaran después del altercado, Juan seguía en estado de shock y no ha sido capaz de dar un argumento convincente. Miguel, en cambio, estaba cargado de razones, pruebas, argumentos y pasión. Joder, cuando le ha dicho que no estaba dispuesto a permitirle que no diera su máximo por el equipo, casi…

He pensado que lo mejor para Juan era que no siguiera entrenando. Sé que él pensaba que iba a echar a Miguel por gritarle así, como hice con Marcos, pero esta vez era muy distinto. Juan solo era capaz de dar argumentos sobre él, lo injusto que era todo y el respeto que merecía. Estaba frustrado y no era capaz de pensar en los demás y de empatizar con Miguel. Si hubiese seguido entrenando la cosa solo podría haberse puesto peor. Esta misma noche voy a llamarle y a preguntarle cómo lo lleva. Según me han dicho parece que ha discutido con su novia también. Pobre chico, día duro.

sábado, 17 de agosto de 2013

Acepta el reto


Ven, juega conmigo, acepta el reto.

Vamos, enfréntate a mí y supérame.

No lo tienes tan difícil; solo has de entregarte por completo, solo tienes que darlo todo. Pero si es eso lo que te preocupa, debes escucharme atentamente porque algo no has comprendido bien.

No hay nada de complejo en darlo todo, no hay forma de fallar; pues ese todo es lo que eres, cuando lo miras y cuando no. Y nada de lo que te rodea forma parte de tu todo, solo tú. Y si vuelves a pensar en tus miedos, en lo que te frena para llegar a tu máximo, te darás cuenta que ninguno es parte de ti. Lo que te asusta es no llegar, o no atreverte, o no saber… y en cambio, de lo que yo te hablo es de ti, y ni tus pretensiones ni tus dudas ni las cosas que no sabes forman parte de ti. 

Vamos, mírate. Tienes mucho y lo puedes ofrecer a los demás. Y lo mejor es que lo que tienes y das, nunca lo pierdes; al contrario, lo aseguras.

Ven y entrégate, descúbrete, enséñate a los demás. Acepta el reto y supérame, con todo lo que tengas, que así el fallo no es derrota sino impulso y la victoria es solo el principio de la siguiente batalla.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Deformando en valores. ¿A qué jugamos?


Creo que es posible educar en valores mediante nuestro deporte. Pero no voy a hablar de todo lo externo al propio juego, como el cumplimiento de horarios, la higiene o el comportamiento sino que propongo una reflexión sobre a qué jugamos y qué transmitimos con ello. 

Para educar en valores desde el propio juego debemos empezar por uno de los más importantes y que, al igual que sucede con todos los demás, debe empezar en el entrenador para que llegue a los jugadores. La RESPONSABILIDAD entendida como valor puede quedar como un término demasiado amplio y ambiguo, pero me refiero en este caso a la obligación moral adquirida al entrenar a un equipo, al liderar a un grupo de personas. El entrenador es el responsable no sólo de la seguridad de su grupo sino también del aprovechamiento del su tiempo. No creo que dé igual elegir jugar con uno sistema u otro. Debemos saber que el estilo de juego que propongamos (o impongamos, eso va por gustos) va a transmitir unos valores u otros, y que tenemos la responsabilidad de conocerlos en profundidad y decantarnos.

No me estoy refiriendo a si los bloqueos son seriados o simultáneos, horizontales o verticales… me refiero al fondo, al porqué de ese sistema. ¿Elegimos jugar así para ocultar nuestros defectos? En ese caso, ese es la actitud que les vendemos a nuestros jugadores. ¿Elegimos teniendo en cuenta la progresión de los chicos? El mensaje que recibirán será muy diferente. Además, todo el tiempo dedicado a perfeccionar el sistema será provechoso para nuestros liderados. No les podemos engañar con falsos futuros de gloria y reconocimientos. Querer ganar es consustancial al deporte y no rehuyo de ello, pero debemos ser responsables en la tarea encomendada y no utilizar el equipo para satisfacer nuestras ansias de triunfos. Ninguna felicidad producida por un ascenso, podio, metal o titular de prensa durará tanto como la de ver a los chicos crecer y hacerse fuertes, en músculo y en valores.

Elijamos aquel escenario de juego que le permita al jugador desarrollarse, con retos asequibles y constantes, donde el juego crezca a la vez que ellos. Las soluciones a las situaciones se deberán ir complicando conforme la pericia de los chicos aumente, y nosotros deberemos estar presentes en cada pequeño paso que den para alejar nuevamente la meta, para que siempre tengan que ser un poco más de lo que son.

Por mi experiencia, los sistemas de juego cerrados, entendiendo éstos como los que tienen definido el inicio, el proceso y la solución preferida, no permiten a los jugadores hacer la andadura que arriba he comentado. Al menos no sin haber pasado por otros lugares antes. El juego por conceptos, entendido como la sucesión de varias pequeñas situaciones que se resuelven mediante normas generales, es un acercamiento al modelo que busco. Entre otras ventajas tiene la libertad de decisión por parte de los jugadores de qué solución tomar, pues las normas solo sirven para provocar nuevas acciones y depende de la lectura del jugador asumir riesgos o no. No obstante, sigue tratando el juego como una sucesión de acciones organizadas y dirigidas, pero carentes de ese algo más que hace crecer al jugador en su comprensión de la lógica interna. O sea, mejorará su resolución de los movimientos propuestos gracias al entrenamiento, pero no trasferirá esos aprendizajes a otras situaciones.

Los sistemas de intenciones son una herramienta muy efectiva si lo que pretendemos es que los jugadores exploren y creen. La cremallera, el carretón o el flex son sistemas de acciones. Se definen casi como una ruta a seguir. Son una concatenación de acciones que sabemos que favorecen los desmarques. Pero, ¿sabemos por qué? ¿Sabemos qué ventajas consiguen cada uno de ellos? ¿Lo saben los jugadores? ¿Saben por qué toca jugar cuernos o qué es lo que estamos buscando con ello? José Luis Abaurrea definía el baloncesto como un deporte de invasión que va de la intención a la acción. Yo entiendo por esto que los jugadores deben saber que lo que queremos es un tiro debajo del aro antes de mandar jugar un bloqueo directo y quejarnos de que la continuación se ha abierto, o que habiendo continuado dentro y estando en ventaja, el balón no le ha llegado. En un sistema de intenciones se trazan objetivos estratégicos, como por ejemplo, vaciar la zona de ayudas para poder acabar en penetración, y luego, con el día a día de los entrenamientos, se van creando posibles secuencias de acciones que consiguen dicho objetivo. Cuanto más corta y simple sea la cadena de acciones, mejor, por lo que es necesario ejecutarla con la constante actitud de cumplir con la intención propuesta, leyendo cada respuesta del rival y ajustando las acciones siguientes. El entrenamiento se convierte en un laboratorio para los jugadores, donde tanto el bloqueo directo como los cortes, postes bajos o reparto de espacios son elementos a combinar y manipular con el fin de obtener un resultado previamente anticipado.

Soy consciente de lo complejo que podría ser cimentar el juego entero de un equipo en los sistemas de intenciones. Otros aspectos no tan románticos nos imponen que el equipo debe tener herramientas desde el primer día para afrontar las competiciones. Y es totalmente cierto. Pero, volviendo al inicio y al valor que nos ocupa, como líderes tenemos la responsabilidad de decidir a qué dedicaremos los minutos que los jugadores nos dan. Y debemos saber combinar todos los recursos de los que disponemos para dicho fin. Creo que no nos vendría mal a ninguno revisar nuestras ideas para la próxima temporada y decantar la balanza hacia los jugadores si es que no lo estaba.