martes, 29 de marzo de 2011

¡Oh capitán, mi capitán!



Me he dado cuenta de que, si pretendo que este blog refleje aquellos temas de los que me suelo ocupar cuando desarrollo mi quehacer diario, la etiqueta de liderazgo ya tardaba en aparecer. Así que esta vez me sirvo de esta excusa (la del capitán en los equipos de formación) para iniciar la nueva sección sobre reflexiones a cerca del líder.

Desde hace unas temporadas he establecido un sistema de comunicación con los jugadores de mis equipos que incluye varias tareas. Entre ellas, potencio el diálogo huyendo del monólogo, uso esquemas gráficos de las ideas que quiero comunicar, encargo trabajos de investigación o documentación, celebramos asambleas semanalmente donde todos tienen su tiempo para hablar, y otras actividades con las que intento no sólo interactuar con los chicos y nutrirme de la experiencia sino también estimular su proceso de maduración teniendo que enfrentarse a retos comunicativos nuevos. Esto es lo que para Vigotsky podría ser denominado trabajar en su zona de desarrollo próximo. Es decir, más allá de lo que ya conocen y dominan pero a un nivel asumible con las ayudas oportunas. 

De entre todas las tareas de comunicación que propongo hay una que se basa especialmente en lo que acabo de describir. La elección de capitán la asumo al poco de haber comenzado la temporada. En el rimer mes aproximadamente ya suelo decantarme por aquel chico que más necesite y mejor preparado esté para ser el líder formal del equipo. He dicho el mejor preparado porque para ser el líder de un grupo hay que tener ciertas características. Pero como dijo Buda, cada cosa depende de todas las demás, así que estas características suelen estar en función del equipo. Del grupo humano allí reunido, de sus objetivos y de sus necesidades. Y vuelvo a hablar de necesidad porque esto es formación y a diferencia del rendimiento donde lo que importa es el producto final, aquí lo que nos ocupa es el crecimiento continuo.

Paralelo al establecimiento del capitán, celebramos una asamblea extraordinaria donde creamos un paso intermedio entre el capitán y el equipo. Es lo que jocosamente denominamos "el consejo de sabios". Este nuevo órgano lo forman cuatro jugadores: El capitán, un jugador seleccionado por el capitán, un jugador seleccionado por el cuerpo técnico y un jugador seleccionado por el equipo sin contar al capitán. Conviene también que el equipo seleccione a un componente del cuerpo técnico para que forme parte del consejo. Las funciones de estos son tres: Servir de asesoramiento para el capitán cuando éste lo necesite, mantener una relación más continua con todos los miembros del equipo para saber las necesidades individuales, y por último, coordinar trabajos en pequeños grupos que el entrenador asigne. Nuevamente, toda esta estructura no es más que una excusa para potenciar la asunción de roles de líder. Un equipo da lugar a numerosas oportunidades de ejercer el liderazgo y no tenemos porqué enrolarnos siempre nosotros en esa tarea. Creo que es formativo y estimulante afrontar esos retos dentro de un contexto controlado por el entrenador.

Es frecuente que encontrar el líder del grupo no sea un problema. Se suele reconocer en dos o tres sesiones quién tiene más galones en el equipo. No obstante esto no significa siempre que sea un buen candidato a ejercer la capitanía. El concepto de líder oculto es clarificador en este aspecto. Es posible que entre el grupo de seguidores del líder visible se encuentre alguien en quien se apoye el mismo líder. Además, esta persona también puede ser un referente para el resto del grupo. Si se dan estas dos circunstancias estamos ante el líder oculto. Y así como el factor distintivo del líder visible suele ser su carisma, el del líder oculto suelen ser sus valores. O como un adolescente suele percibir, su autonomía y seguridad. Creo que este perfil es mucho más fiable para los intereses del equipo además de que, trabajando su carisma en la dirección, suele tener más potencial que el líder visible.

Por último me gustaría distinguir un tercer tipo de líder. Es el que yo llamo en líder en pista. Como es fácil deducir, éste es el que sirve de referencia o apoyo para el resto en las tareas propias del juego. Es determinante y potenciador de las capacidades de otros. Y aunque es muy útil tener localizados también a los líderes en pista de un equipo, tampoco creo que sea ésta una condición que les convierta en candidatos a capitán del equipo.

Así, a modo de resumen, he comprobado con la experiencia de los años que llevo siguiendo esta metodología que el baloncesto, una vez más, nos puede servir de excusa perfecta para educar en valores y habilidades sociales, dándoles herramientas y vivencias que les haga crecer hasta su máximo. Mi consejo, si me lo permitís, es que probéis a delegar y tutorizar labores de liderazgo. Es muy enriquecedor para todos.

1 comentario:

  1. UYUY! no salio mi comentario anterior
    Buenisimo tu blogspot
    Clara-Buenos Aires-
    por si te interesa
    http://terapiasalternativas-claramazza.blogspot.com/

    ResponderEliminar