jueves, 25 de marzo de 2010

Entrenadores y entrenadores




Bajo mi punto de vista no cabe ninguna duda: hay dos tipos de entrenadores. Los de rendimiento y los de formación. Y de este dogma no me apeo.

Hace ya unos años que un colega criticó mi dogmatismo, entonces adolescente. Desde aquel día suelo teñir de gris mis palabras antes de apuntar al pecho de alguien. Y creo que me beneficia, pero hoy, en este tema y después de lo que uno ha cargado sobre su chepa, me dispongo a romper la balanza y decantarme por el absolutismo. Y es porque no creo que esté en manos de un entrenador elegir de que color ve el juego. Al igual que los jugadores, somos el producto de nuestras experiencias e inquietudes. Podemos cambiar nuestras acciones o palabras, pero no nuestras emociones o impulsos naturales. Hay quien ve a los jugadores como piezas de puzzle a encajar con la intención de cumplir un objetivo o una imagen general. Pero hay quien no.

¿Conocéis el Tangram? Es un juego chino muy antiguo consistente en un puzzle de siete piezas con el que se puede formar un cuadrado. Arriba tenéis un dibujo. Pues bien, hay entrenadores que ven a sus jugadores como piezas de Tangram. Todos distintos entre si, con diferentes cualidades pero que combinados de determinada manera, forman un todo sólido y compacto, sin grietas y sin errores. Algunos coaches son increiblemente buenos encajando jugadores. ENCAJANDO.

No obstante, el juego del Tangram no consiste en formar un cuadrado y ya está. Hay muchas más figuras posibles. El gato, el conejo, la pajarita, etc. Yo postulo que existe otro tipo de entrenador diametralmente opuesto al modelo anterior. Un entrenador que cuando mira a sus jugadores les ve como piezas únicas, sí, pero no con un final determinado. Un entrenador que coge las mismas siete piezas del Tangram y un día forma un gato y le enseña a la pieza cuadrada a ser "cabeza" y otro día forma una pajarita le enseña a ser "cola". Crea figuras en las que exige a sus piezas "estirarse" y cambiar para llegar a ser. Y sabe que la figura es menos estable que un cuadrado regular. Y sabe que hay muchas grietas por donde el equipo se puede romper. Pero así lo ve y así se muestra. Como lo que es: un formador. Y esto, por muy gris que me quiera poner, hay quien lo ve y quien no.




martes, 23 de marzo de 2010

Definición de equipo


La R.A.E. se encarga de definir las palabras en función de su significado. No obstante, algunos términos, con connotaciones especiales para algunas personas, quedan totalmente desangelados si sólo los vistes con esas descripciones estiradas y concretas. Como una sopa caliente sin tropezones, te quita el frío pero no sacia ni alimenta. Así que aquí os dejo una definición que cubre de emoción una de las palabras más difíciles de explicar para un entrenador: EQUIPO. Porque no es sólo un grupo de personas organizado para una investigación o servicio determinado.


Extraído de "Un domingo cualquiera" (1999)


miércoles, 10 de marzo de 2010

El aderezo metafórico


Recuerdo vagamente mis clases de literatura en el colegio. Amelia era mi profesora y estaba obsesionada con que aprendiéramos todas las figuras literarias habidas. En el temario, cerca de dos mil diferentes y eso para mi, que odio la tarea memorística, era un auténtico infierno. La encabalgación, la sinécdoque, la prosopopeya, el símil o el cincunloquio son algunas de las palabras que, gracias a mi profesora de enormes gafas y alergia al metal, nunca podré olvidar. Entre todas, la metáfora.

Quién me iba a decir a mi que, unos quince años más tarde de aquellas insoportables clases iba a descubrir que una de las herramientas más útiles para trasmitir información compleja a los jugadores son las metáforas. Con ellas no sólo traduzco a un lenguaje familiar los contenidos que quiero comunicar, sino que además, los impregno de emoción. Las emociones son el pegamento de la memoria. Cuando un recuerdo está compuesto por un contenido y una emoción, éste permanece más sólido en el hipocampo del cerebro, donde la memoria a corto plazo se convierte en largo plazo y se da el aprendizaje en sí. Además se crea una conexión entre esa emoción y ese contenido de tal forma que uno evoca al otro y viceversa. O sea, mediante las metáforas no sólo afianzamos el recuerdo de un contenido; también creamos una ruta de evocación de ese recuerdo a través de la emoción asociada. Ésto puede ser muy útil en determinados momentos.

Me gustaría ejemplificar lo anterior. Una de las metáforas más habituales en nuestra práctica es la de asociar el partido y la competición a un escenario bélico. Es común encontrar referencias a Sun Tzu, Napoleón o William Wallace en las charlas prepartido de la mayoría de compañeros entrenadores. Con esto pretendemos añadir el instinto de supervivencia que en la guerra se respira. "O ellos o nosotros". El misticismo y la trascendencia épica envuelven y elevan los corazones de hasta los más débiles y le da un sentido extra a la tarea a realizar.

Mi propósito en estas líneas es coleccionar metáforas que pueden ser útiles en un equipo de baloncesto. Soy consciente de que la exclusividad del contexto necesaria para que una acción así tenga fruto dificulta el que mis metáforas le puedan servir a alguien más, pero aun así pueden convertirse en una buena base para crear otras propias. Me dedicaré a esbozar las líneas generales de cada similitud y darles el sentido positivo que creo que tienen. El sacarles punta y enmarcarlas en una historia coherente ya será trabajo de cada aquel que quiera servirse.


"ME HE COMPRADO UN JUEGO NUEVO"

El mundo de los videojuegos es apasionante. Hoy en día este negocio ya le ha arrebatado el primer puesto del podio al cine en lo que a beneficios generados se refiere. Es una actividad lúdica que ya no se limita a los niños, aunque sigue siendo en ellos donde encuentra mayor aceptación. Hace poco leí un estudio donde se calculaba que cada niño del mundo desarrollado había pasado una media de casi mil horas delante de la consola durante el pasado año. ¡¡¡ Mil horas !!!.

Lo que esto nos dice es que los videojuegos y el mundo que los rodea es un escenario habitual en el que se desarrollan los niños de hoy. Toman decisiones, aprenden métodos, asumen consecuencias, se adaptan a los cambios imprevistos y todo esto, en un entorno virtual. Si fuéramos capaces de trasferir alguna de esas vivencias al mundo real, nos encontraríamos con que niños de trece o catorce años tienen una gran experiencia resolviendo situaciones complejas, buscando soluciones alternativas a las evidentes y pensando en términos de futuro. Me explicaré.

Fue hace dos temporadas cuando se me ocurrió esta metáfora. Yo entrenaba un equipo cadete de chicos que le dedicaban mucho tiempo a formarse como jugadores, pero, como miembros de esta sociedad que eran, también le dedicaban horas y horas a sus Wii, Xbox, PS2, PS3 y/o PSP. Un día les comenté que me había comprado un juego nuevo. Era uno de esos en primera persona en el que vas recorriendo una ciudad y exterminando todo aquello vivo que encuentras. Les dije que como cada vez que me compraba un juego, lo había probado nada más llegar a casa y había gastado las primeras horas en explorar todas las posibilidades del juego. Apretando botones de formas variadas había conseguido descubrir algún que otro combo, una magia y algún ataque especial. Usando estas primeras herramientas había conseguido hacerme una idea del potencial del juego. Un par de días más tarde pasé al siguiente punto de la rutina que casi todo el mundo sigue con un juego nuevo: empezar la historia. Es entonces cuando dejas a los creadores del juego que te guíen por él. Aprendes los movimientos y ataques en el orden de dificultad creciente, y empiezas a asociar determinados combos con determinadas situaciones idóneas para su uso. Así, lo que puede ser muy útil para derrotar a un mutante gigante puede no servir de nada frente a un duende rosa, por ejemplo... Pues bien, conté toda esta historia a mi equipo para hacerles ver que ellos, cuando jugaban al baloncesto, daba la sensación de que estaban todavía en la primera etapa de un juego nuevo. Exploraban probando a hacer todo aquello que se veían capaces de hacer. Llevaban los gestos y movimientos al máximo de sus posibilidades pero no se preocupaban, TODAVÍA, de encontrar el patrón que dice qué movimiento usar en qué situación. Le dije que todavía no habían empezado el modo historia de este videojuego. Que cada cambio de mano, cada rectificado en el aire, cada bloqueo o cada pase, nacía de una necesidad concreta del juego. Y que ya había llegado el momento de jugar como expertos, no como principiantes.

Mediante esta metáfora conseguí introducirles el concepto de "lógica interna del juego" asociándolo al concepto que ya tenían de "modo historia" en un videojuego. Establecí analogías entre las dos realidades y les hice sentir que ellos ya sabían de lo que les hablaba. Además, es fácil entender que si a un chico de quince años le dices que su forma de jugar, comparándola con las consolas, es de principiante, se sienta herido en su orgullo (especialmente sensible por la etapa evolutiva en la que se encuentra). Emoción y contenido unidos, fue más fácil hacer alusión a la lógica interna en otros momentos de la temporada haciendo referencia a su orgullo de jugadores de consolas.

miércoles, 3 de marzo de 2010

La tarea encomendada. Parte dos.


"Siempre me gustaron los lunes" le dijo Zacarías a su buen amigo Isidoro. "Tienen algo que el resto de los días no te pueden dar."

"¿El qué?, ¿asco?" Preguntó mofándose aquel albino medio calvo mientras subía la apuesta. Añadió: "veo y subo 500".

"No amigo mío. Asco no. Perspectiva" Susurró con voz temblorosa acercando el vaso de whisky a sus labios y mojándoselos con apenas unas gotas. Después dejó el vaso con cuidado y continuó diciendo con algo más de energía: "Es el único día en el que puedes planificarte toda la semana."

Casi con la última palabra en la boca sonó la vieja campanilla de encima de la puerta que avisaba de que algún cliente entraba en la librería. Isidoro alzó la voz para avisar a quien fuera de que ya iba de camino. No era fácil salir de aquella trastienda polvorienta con libros apilados como obstáculos en un circuito. Además, una vez consiguiera pasar el umbral de la puerta que daba a la tienda, todavía tendría que bajar la escalera de caracol de hierro forjado y andar unos doce metros por aquel oscuro pasillo. Demasiado trayecto para recorrerlo con prisa y más aún si, como Zacarias e Isidoro, pasabas de las ochenta primaveras.

El viejo albino anduvo el corredor despacio, cojeando y ayudándose de su antiguo bastón no tanto como un tercer apoyo sino más bien como machete que abre camino en la selva apartando telarañas y más libros apilados en el pasillo. Al fin pudo entrever al trasluz la sinuosa silueta de una mujer elegante. Vestía con pamela y un llamativo conjunto rojo de chaqueta y falda corta. Muy corta, pensó Isidoro. Ahora ya a escasos metros de tan atractiva figura, el octogenario trató de aclararse la voz antes de dirigirse a la dama, pero, quizá por los nervios causados por la inesperada visita o quizá por un descuido esa mañana a la hora poner el fijador de la dentadura, ésta voló en dirección a la distinguida señora al tiempo que ella se giraba hacia el anciano.

Zacarias, todavía en la trastienda, oyó un grito de mujer, un silencio corto, una bofetada y unos mil libros cayendo. Se apresuró a bajar y comprobar qué sucedía. "Eloisa, ¿eres tú?" Preguntó casi con miedo. "Isidoro, ¿qué ha pasado? ¿Estás bien?". Cuando ya andaba por el último escalón, la campanita de la puerta volvió a sonar y después un portazo. Para cuando el anciano llegó a la escena, sólo pudo encontrar a su amigo Isidoro tendido en el suelo, cubierto por libros y con la cara ensangrentada. Tenía una brecha en la frente; se había golpeado con la estantería de libros de bolsillo que había justo a su izquierda.

ZACARIAS "¿Qué ha pasado? ¿Quién era?"
ISIDORO "Era ella, creo"
ZACARIAS "¿Quién, Eloisa?
ISIDORO "No. Ella... y me ha dicho que el guardián del secreto ha caído. Que debemos avisar al resto"
ZACARIAS "Bien. Habrá tiempo. Ahora vamos a curarte esa herida viejo amigo. Levanta"
ISIDORO "¡No, no hay tiempo!. Hay que revelarselo a Marcos. También me ha dicho que el búho va a por él"


Continuará...