domingo, 28 de febrero de 2010

¿Qué quieres ser de mayor?


La pregunta no es tan simple. Esto es lo que he tratado de explicarles a los chicos que me he encontrado en equipos de formación a lo largo de mi no muy larga carrera.

Durante los últimos años he podido trabajar en tres de los clubes de formación más importantes de mi comunidad. Allí he tenido la suerte de encontrarme con chicos con excelentes cualidades para jugar al baloncesto. Algunos destacaban por su físico, otros por su técnica y otros, los menos, por su mentalidad. Éstos últimos son los que más me han llamado la atención. Cuando veía algún jugador con una buena combinación de todas las cualidades, donde la mentalidad predominaba sobre las otras, pensaba "Vaya cocktail! Con éste no debemos fallar."

El paso de los años me ha enseñado que otros factores son igual de determinantes: El entorno familiar, la filosofía de los clubes, los entrenadores en edades Junior y Senior y hasta la suerte. No obstante, la mentalidad creo que es el filtro donde más jugadores se quedan. He visto a multitud de chicos dedicar horas y horas a prepararse para llegar a ser jugadores profesionales y quedarse a las puertas. Suelen tener entre 16 y 20 años. Suelen llevar en ese club desde mini echando entrenamientos uno detrás de otro. Entrando en el gimnasio a los 15 años y escuchando todos los días correcciones de sus entrenadores sobre si el codo debe estar así o asá. Un esfuerzo titánico que nosotros, los técnicos, tenemos el deber de trasmitirles como positivo y necesario. Pero luego, cuando pasan los años y las muchas horas en el pabellón pasan a ser muchísimas horas, cuando los estudios se vuelven duros, elitistas e intransigentes y cuando la hora límite de llegar a casa (o a la residencia) pasa a ser muy de madrugada, los adolescentes suelen acabar estresados y encuentran entre sus compañeros de misma edad otras aficiones y otros modos recreativos... Entonces se dan cuenta de que se están perdiendo cosas. Cosas propias de su edad y que el baloncesto les priva. Y pierden interés. Y el físico sigue ahí, cada días más fuerte y rápido. Y su codo se acaba alineando con su rodilla y su técnica mejora, pero su interés cae en picado.

Pero entonces ¿quién llega arriba? No los que saben decir hasta donde quieren llegar o qué quieren ser de mayores. Llegan, con suerte, los que saben decir lo que están dispuestos a sacrificar para llegar. Y esto no es nada fácil.

Es nuestra tarea, una vez más, hacerles ver la diferencia entre las dos preguntas. Hacerles ver lo difícil del camino y las consecuencias que conllevará. Porque la vida de un deportista profesional es apasionante y divertida, pero la etapa por la que han de pasar durante la adolescencia les llevará a una vida muy distinta a la de sus compañeros de clase. Ni mejor ni peor, pero sí muy distinta. Y si el niño no sabe esto mientras le entrenamos temporada tras temporada, le estamos engañando. No porque le estemos preparando para un mercado muy selecto en el que no vayan a poder entrar. De hecho entrar no es tan difícil. Si no porque no le estamos advirtiendo de que la vida que llevará estará llena de viajes, dietas, presiones, soledad, etc. Un modo de vida que llevado de forma voluntaria suele ser muy interesante y educativo, pero debe ser eso: VOLUNTARIO.

Recuerdo una charla en un vestuario hace unos ocho años donde les intentaba trasmitir algo de lo anterior a mi equipo cadete. Recuerdo las caras de alivio y clarividencia de alguno de ellos al darse cuenta que no todo el mundo ve el baloncesto como lo veíamos en ese club. Que el deporte que allí hacíamos religión para otros sólo era una forma de mantenerse en forma los domingos. Para otros, en cambio, era una manera de seguir en contacto con sus amigos. Y otros conseguían sacarse un dinerillo pitando los fines de semana. Pero nosotros no. Nuestro club lo veía como un estilo de vida. Y ellos, mis jugadores, tenían todavía tiempo para darse cuenta de qué baloncesto les gustaba más. O dicho de otra manera: ¿Qué es lo que te gusta del baloncesto? Otra pregunta difícil de responder y más si tienes quince años. Pero no por difícil, innecesaria.

viernes, 26 de febrero de 2010

Con una taza basta.


Hace poco leí una noticia muy triste. Hablaba de un náufrago que estuvo sobreviviendo en el Océano Atlántico durante dos semanas. Se sirvió de un flotador y un bidón vacío para flotar en medio de ese universo líquido. A los trece días un barco comercial le avistó y lo pudo subir a bordo. Lo triste de la noticia es cómo se desarrollaron los acontecimientos siguientes al rescate. Alfred Higgins, el náufrago, estaba deshidratado, quemado por el sol e inconsciente. Tardó un par de horas en despertar pero a los pocos segundos de hacerlo, alguien le ofreció una botella de agua. Alfred se la bebió con ansias. Después de terminarse el litro y medio de agua, volvió a caer inconsciente. Esta vez ya no despertó. Según la autopsia que se le realizó en el Hospital Sta. Mónica en México DF, murió, por así decirlo, de una sobredosis de agua.

Para lo que creo que nos puede servir la muerte de este viajante es, como no, para aprender. No sólo que no se debe engullir un litro de agua después de haber estado dos semanas sin, sino también una regla general que me parece que rige este universo: Los cambios duraderos son sutiles y progresivos. Lo violento dura menos.

Si nos llevamos esta regla al oscuro arte de la docencia vemos que sí. Efectivamente cumple la regla y por lo tanto los docentes pueden ser considerados pertenecientes a este universo. Pese a quien le pese. Así, cuando alguien es inexperto en alguna materia y se ve rodeado de eruditos en la misma, que discuten con tecnicismos y se rebaten indignados mediante un lenguaje híbrido entre el que uno domina y varias lenguas muertas más, suele volverse violento y no durar mucho ahí.

¿Y los niños? ¿Cómo es de grande la cuchara con la que se les puede ir dando dosis de realidad?

Hasta 'Jacob' usa metodologías globales...


A veces mando directo, a veces descubrimiento guiado.


miércoles, 24 de febrero de 2010

II Clinic Memorial Alfredo Alquezar "la progresión del tiro desde la iniciación"


Durante el pasado campus de verano
Camp de Túria en el que desde hace 5 años vengo entrenando, mi amigo JuanVi Abad y yo tuvimos la oportunidad de impartir una conferencia que he podido rescatar en el siguiente link.

http://www.megavideo.com/?v=TD11ZN6B


Educar sin capar


Me he encontrado con esta conferencia y no podía dejarla escapar. Además de ser muy divertida, trata el problema evidente en el sistema de valores que hay en la educación actual. La creatividad no puede ser amputada.

Disfrutad de este vídeo.


martes, 23 de febrero de 2010

Bendita tecnología


¡Qué fáciles serán algunas partes de nuestro trabajo cuando estas tres tecnologías se fusionen! Estoy seguro de que en unos añitos esto será nuestro nuevo aparato-para-todo. Adiós a cargar con la pizarra, el portátil, el proyector y los murales de scouting.

Mirad y echarle un poco de imaginación:







Y opinad, por favor.

La tarea encomendada. Parte uno.


   Marcos era un chico reservado. Solía vestir sencillo y de colores claros. No entraba dentro de los estándares de ninguna tribu urbana ni moda social tan presentes en su barrio residencial. Sus quince años vividos parecían pocos para poder acumular el poso de tranquilidad y sabiduría que en sus ojos se adivinaba. No era la mirada. Tampoco la forma en la que fruncía en ceño cuando pensaba la respuesta a una pregunta incómoda. Eran sus ojos verdes y brillantes los que atraían las miradas. Ojos buscando ojos.

   Un día, Marcos estaba en casa preparándose para ir al colegio. Su madre le había dejado el desayuno en la mesa de la terraza, como de costumbre, pero esta vez una carta cerrada estaba apoyada entre el zumo y los cereales. Marcos no se extrañó. Ese era el protocolo que su madre seguía siempre que llegaba correspondencia para él. Lo único que le llamó la atención fue que no había nada escrito en el sobre. Ni remitente ni destinatario. Sólo un abultado sobre amarillo cerrado a conciencia. Entre magdalena y magdalena se dispuso a leer el contenido de la misteriosa carta.

"Amigo mío, en las líneas que continúan te va a ser desvelado un secreto que nadie cercano a ti debe nunca saber. Asegúrate de leer esto en privado y quema la carta una vez hayas concluido la lectura."

   Marcos casi se atraganta. Bebió un poco de zumo, cogió la mochila y la carta y salió de casa rápido. Llegaba tarde a la parada del autobús del colegio y no podía faltar otro día más. Además, a primera hora tenía música y debía exponer un trabajo sobre Liszt que le había tenido despierto hasta las dos de la mañana.

   Llegó a la parada justo a tiempo. Subió al autobús y se fue directo a los asientos del fondo. Él no solía sentarse allí. Ese era el feudo de los chungos, como él lo llamaba en su diario. Pero aprovechando que todavía no había subido ninguno pensó que allí podría terminar de leer tranquilo el resto de la carta. No pudo evitar pensar sobre quién le habría escrito y qué secreto le iba a ser desvelado. El instinto le decía que todo esto tenía algo que ver con su anciano amigo de la tienda de libros usados. Era por el olor de la carta. Ese sobre de papel grueso y amarillento olía como los pasillos de la librería. Al fin pudo continuar la lectura.

"Te ha sido encomendada una tarea. Ahora eres el guardián del secreto. Memoriza palabra por palabra lo siguiente y espera a que te sea revelado el nombre de tu sucesor. Sólo a él le podrás ceder esta carga. Si fallas en tu misión habrás deshonrado al linaje de guardianes al que ahora perteneces y romperás toda esperanza de cuantos dependen del secreto. Es tiempo de ser valiente."

   Los ojos verdes de Marcos se movían rápido de izquierda a derecha leyendo las pocas líneas escritas. Cuando terminó, giro la carta buscando una continuación de la historia, pero no había nada más escrito en ese papel. Miró dentro del sobre por si hubiera algo más que el folio doblado en ocho partes, pero nada. No lo entendía. ¿qué secreto? ¿quién lo escribía? ¿Era en serio o una versión arcaica de los mails en cadena y debía tirarlo a la papelera de reciclaje como de costumbre? ¿Iba realmente destinada a él? Sin saber muy bien porqué y siguiendo su instinto le pidió a su amiga Laura un mechero y quemó la carta. Esto le costó una buena bronca del chófer, pero Marcos no estaba para gritos de nadie y apenas escuchó nada de lo que el conductor le recriminaba con las venas del cuello hinchadas y salpicando de saliva las tres primera filas de asientos del autobús. El nuevo guardián del secreto estaba repitiendo en voz baja una y otra vez las partes que había conseguido memorizar de aquel manuscrito. Al mismo tiempo, en su cabeza sonaba de fondo la sonata para Dante de Frank Liszt, sobre la que versaba su trabajo de música.

   (...) Continuará...

lunes, 15 de febrero de 2010

¿Destino o Libre Albedrío?



"La vida es un tablero de ajedrez, de noches y días, cuadros blancos y negros, donde Dios, con hombres como piezas, juega, mueve aquí y allí, da jaque mate y mata. Y pieza por pieza vuelve a ponerlos en la caja. Pues hay un destino para cada pieza, para cada jugador y hasta para Dios. El destino va a cumplirse. La partida empieza y termina."
Best Promo´s Award LOST finale season.

viernes, 12 de febrero de 2010

Cartas a mi entrenador, volumen 1


   Hola entrenador,

   ¿Te acuerdas del primer entreno juntos? Era el seis de agosto a las seis de la tarde de hace unos años. Nunca me olvidaré. ¿Recuerdas lo que hiciste cuando nos presentaron? Te agachaste casi de cuclillas, con las manos apoyadas en las rodillas y me miraste fijamente a los ojos. Estabas mucho más tranquilo que yo y no parabas de sonreír. Tu pelo se movía con el viento y recuerdo que usaste la mano derecha para ponerte el flequillo detrás de la oreja y me dijiste tu nombre. Luego extendiste esa misma mano hacia la mía y me la estrechaste con una mezcla de fuerza y cariño. Más tarde descubrí que esa era tu seña de identidad. Así te gustaba entender el baloncesto y así nos tratabas ante los errores. Hostias con cariño, te gustaba llamarlo. Lo echo de menos. Y no sólo en mis entrenamientos de ahora, sino en el resto de cosas que me pasan. Sabes, creo que la vida sería un lugar mejor si a todo el mundo nos hubiesen educado bajo esa premisa. Sentir el calor de quien te enseña algo ayuda a comprender que no es tan grave estar en un error. Ayuda a disipar el miedo que da lo desconocido y se está mucho más dispuesto a escuchar cosas que atacan tu conducta. No te sientes atacado como persona, pero comprendes la importancia de obrar mal y asumes tus actos. Lo desconocido se hace atractivo y lo rutinario, apasionante. Gracias entrenador. Seguimos en contacto.

El principio de Heisenberg en el baloncesto



       Heisenberg contribuyó a la física moderna con numerosos trabajos. El más notable y que le valió el Nobel fue lo que se denomina "el principio de incertidumbre". En líneas generales venía a decir de la imposibilidad para determinar, simultáneamente y con precisión arbitraria, ciertos pares de variables físicas, como son, por ejemplo, la posición y el momento lineal de un objeto dado. Así, estudiando las partículas componedoras de la luz (fotones) observó que la razón que le impedía medir con precisión la posición y el momento de las partículas era él mismo. De algún modo, sólo el hecho de observar el experimento provocaba un cambio en el comportamiento de los fotones.

     Éste principio no sólo fue un golpe para los físicos (Einstein tuvo que reconsiderar y reformular su teoría de la relatividad) sino que trascendió a un principio más general y de carácter casi filosófico, el principio de Heisenberg. Y éste reza algo así: La observación objetiva de un suceso es fisicamente imposible, pues dicho suceso está obligatoriamente modificado por la mera presencia del observador.

    En el baloncesto, los entrenadores somos los científicos. Nuestro trabajo: observar, planificar actuaciones, proponer tareas y evaluar los resultados. La pista es nuestro laboratorio y los jugadores, el sujeto del experimento. Sí, experimento he dicho. ¿O es que acaso tenemos certeza de como va a responder cada jugador al hecho de corregirle un gesto? En cambio sí tenemos claro qué nos gustaría que sucediera tras la corrección. Esto para mi es un experimento.

     Lo que el principio de Heisenberg puede aportarnos como entrenadores es calma y perspectiva. Así pues, ahora sabemos que la manera que tiene nuestro equipo de entrenar, de jugar, de aprender y de superarse es propia del binomio "nuestro equipo-nosotros".  No pretendo dar luz al tenebroso mundo de la dirección de grupos. Tampoco simplificar el trabajo que hacemos. Solo tener la perspectiva de que somos parte del equipo que entrenamos hasta límites que la física demuestra. Y que cualquier otro observador que evalúe a nuestro equipo no dejará de estar observando algo distinto a lo que estaba allí antes de que él mirara. La visión de un entrenador de su equipo es, independientemente de sus conocimientos y experiencia, la opción subjetiva más importante y dista de la objetiva lo mismo que cualquier otra.